No traiciones, Amor, mi oscuro sino
con tu ciega vorágine de urgencia,
porque mía es la rosa de la ausencia
y el conjuro fatal del peregrino.
Son tuyas las costumbres que abomino,
la desmedida sed y la demencia...
yo dudo de tus cielos y tu ciencia,
patético señor del desatino.
¿ Qué buscas en mi ser? Soy leño seco,
caracola de mar sin otro eco
que aquella voz antigua y desvastada.
No me logres, Amor. No me condenes
al temerario vértigo en las sienes
y a la brusca ceniza de tu nada.
MARIANA FINOCHIETTO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario