Este sueño magnífico y perverso
de perpetuarme ausente del olvido,
como el rastro de sal que soy y he sido,
vagabundo cristal de un universo...
Y resignarme al palpitar disperso
del vano corazón ensordecido:
voces del viejo amor, que en un gemido
naufragan la nostalgia en algún verso,
Saberme sólo sed que la piel crea
y conceder, entonces, a la Idea
la sucesión de imágenes perdidas...
Redes de perdición de la memoria
trayéndome los frutos y la escoria
de la secreta rosa de mis vidas.
MARIANA FINOCHIETTO.
Genial!! sencillamente Mariana. Tu imagen un destello de tu escrito. Muy buenos ambos.
ResponderEliminarUn gusto leerte!!
Daniel.