Y si me voy,
te lo dejo todo.
La loza limpia y seca,
la ropa
ordenada en los cajones,
los sueños
que escondimos
debajo de la alfombra.
Podés
quedarte con el perro,
con las sillas,
con los años
encerrados
en frascos
en las alacenas.
Me llevo
-¿para qué las querrías?-
las ganas de vivir
y una valija
llena de promesas.
MARIANA FINOCHIETTO.
Hay una palabra que ignoro y me nombra, amordazada por siglos de conciencia: la expresión plural de mi singularidad. Hay una palabra violenta en mi sangre, rugiendo en silencios, y no la sé nombrar. Mariana Finochietto.
jueves, 31 de marzo de 2016
viernes, 11 de marzo de 2016
Cantamos.
De pie cantamos
las que callamos de rodillas.
Cantamos
desde los fondos de las cocinas,
desde las vidas anheladas,
desde los espejos
de nuestra imperfección.
Cantamos
desde las oficinas,
marcadas en las calles,
señaladas
por el dedo
de dios.
Cantamos
junto a los hijos
que criaremos,
junto a los hombres
que amaremos,
desde el mandato
que es la ley
y no.
Cantamos
por las que no cantan todavía.
Por esas
a las que se les negó la voz.
MARIANA FINOCHIETTO.
De pie cantamos
las que callamos de rodillas.
Cantamos
desde los fondos de las cocinas,
desde las vidas anheladas,
desde los espejos
de nuestra imperfección.
Cantamos
desde las oficinas,
marcadas en las calles,
señaladas
por el dedo
de dios.
Cantamos
junto a los hijos
que criaremos,
junto a los hombres
que amaremos,
desde el mandato
que es la ley
y no.
Cantamos
por las que no cantan todavía.
Por esas
a las que se les negó la voz.
MARIANA FINOCHIETTO.
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