Ya no quiero estar triste.
Ya me niego
a esta certidumbre de pantano
siempre en los ojos siempre
este cenagal en la mirada
que no es llanto. No.
Es barro
que se mete en las pestañas
y se hunde sin remedio,
hasta el mismo lugar del corazón.
Yo no quiero estar triste.
Quiero sentarme al lado de mi verso.
Abrir la mano.
Liberar pájaros.
MARIANA FINOCHIETTO.